miércoles, 5 de septiembre de 2012

jN 10.22-42, 2 Cr 9, Sal 74

Juan Capítulo 10

10:22 Celebrábase en Jerusalén la fiesta de la dedicación. Era invierno,
10:23 y Jesús andaba en el templo por el pórtico de Salomón.
10:24 Y le rodearon los judíos y le dijeron: ¿Hasta cuándo nos turbarás el alma? Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente.
10:25 Jesús les respondió: Os lo he dicho, y no creéis; las obras que yo hago en nombre de mi Padre, ellas dan testimonio de mí; 
10:26 pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas, como os he dicho. 
10:27 Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, 
10:28 y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. 
10:29 Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre. 
10:30 Yo y el Padre uno somos. 
10:31 Entonces los judíos volvieron a tomar piedras para apedrearle.
10:32 Jesús les respondió: Muchas buenas obras os he mostrado de mi Padre; ¿por cuál de ellas me apedreáis? 
10:33 Le respondieron los judíos, diciendo: Por buena obra no te apedreamos, sino por la blasfemia; porque tú, siendo hombre, te haces Dios.
10:34 Jesús les respondió: ¿No está escrito en vuestra ley: Yo dije, dioses sois?
10:35 Si llamó dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios (y la Escritura no puede ser quebrantada), 
10:36 ¿al que el Padre santificó y envió al mundo, vosotros decís: Tú blasfemas, porque dije: Hijo de Dios soy? 
10:37 Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis. 
10:38 Mas si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a las obras, para que conozcáis y creáis que el Padre está en mí, y yo en el Padre.
10:39 Procuraron otra vez prenderle, pero él se escapó de sus manos.
10:40 Y se fue de nuevo al otro lado del Jordán, al lugar donde primero había estado bautizando Juan; y se quedó allí.
10:41 Y muchos venían a él, y decían: Juan, a la verdad, ninguna señal hizo; pero todo lo que Juan dijo de éste, era verdad.
10:42 Y muchos creyeron en él allí.


2da. de Crónicas Capítulo 09

9:1 Oyendo la reina de Sabá la fama de Salomón, vino a Jerusalén con un séquito muy grande, con camellos cargados de especias aromáticas, oro en abundancia, y piedras preciosas, para probar a Salomón con preguntas difíciles. Y luego que vino a Salomón, habló con él todo lo que en su corazón tenía.
9:2 Pero Salomón le respondió a todas sus preguntas: y nada hubo que Salomón no le contestase.
9:3 Y viendo la reina de Sabá la sabiduría de Salomón, y la casa que había edificado,
9:4 Y las viandas de su mesa, las habitaciones de sus oficiales, el estado de sus criados y los vestidos de ellos, sus maestresalas y sus vestidos, y la escalinata por donde subía a la casa de Jehová, se quedó asombrada.
9:5 Y dijo al rey: Verdad es lo que había oído en mi tierra acerca de tus cosas y de tu sabiduría;
9:6 Mas yo no creía las palabras de ellos, hasta que he venido, y mis ojos han visto: y he aquí que ni aun la mitad de la grandeza de tu sabiduría me había sido dicha; porque tú superas la fama que yo había oído.
9:7 Bienaventurados tus hombres, y dichosos estos siervos tuyos, que están siempre delante de ti, y oyen tu sabiduría.
9:8 Bendito sea Jehová tu Dios, el cual se ha agradado de ti para ponerte sobre su trono como rey para Jehová tu Dios: por cuanto tu Dios amó a Israel para afirmarlo perpetuamente, por eso te ha puesto por rey sobre ellos, para que hagas juicio y justicia.
9:9 Y dio al rey ciento veinte talentos de oro, y gran cantidad de especias aromáticas , y piedras preciosas: nunca hubo tales especias aromáticas como los que dio la reina de Sabá al rey Salomón.
9:10 También los siervos de Hiram y los siervos de Salomón, que habían traído el oro de Ofir, trajeron madera de sándalo, y piedras preciosas.
9:11 Y de la madera de sándalo el rey hizo gradas en la casa de Jehová, y en las casas reales, y arpas y salterios para los cantores: nunca en tierra de Judá se había visto madera semejante.
9:12 Y el rey Salomón dio a la reina de Sabá todo lo que ella quiso y le pidió, más de lo que ella había traído al rey. Después ella se volvió y se fue a su tierra con sus siervos.
9:13 El peso de oro que venía a Salomón cada año, era seiscientos sesenta y seis talentos de oro,
9:14 Sin lo que traían los mercaderes y negociantes; también todos los reyes de Arabia y los gobernadores de la tierra traían oro y plata a Salomón.
9:15 Hizo también el rey Salomón doscientos paveses de oro batido, cada uno de los cuales tenía seiscientos siclos de oro labrado:
9:16 asimismo trescientos escudos de oro batido, teniendo cada escudo trescientos siclos de oro: y los puso el rey en la casa del bosque del Líbano.
9:17 Hizo además el rey un gran trono de marfil, y lo cubrió de oro puro.
9:18 El trono tenía seis gradas, y un estrado de oro fijado al trono, y brazos del asiento, y dos leones que estaban junto a los brazos.
9:19 Había también allí doce leones sobre las seis gradas a uno y otro lado. Jamás fue hecho trono semejante en reino alguno.
9:20 Toda la vajilla del rey Salomón era de oro, y toda la vajilla de la casa del bosque del Líbano, de oro puro. En los días de Salomón la plata no era apreciada.
9:21 Porque la flota del rey iba a Tarsis con los siervos de Hiram, y cada tres años solían venir las naves de Tarsis, y traían oro, plata, marfil, monos, y pavos reales.
9:22 Y excedió el rey Salomón a todos los reyes de la tierra en riqueza y en sabiduría.
9:23 Y todos los reyes de la tierra procuraban ver el rostro de Salomón, para oir la sabiduría, que Dios le había dado:
9:24 Cada uno de éstos traía su presente, alhajas de plata, alhajas de oro, vestidos, armas, perfumes , caballos y mulos, todos los años.
9:25 Tuvo también Salomón cuatro mil caballerizas para sus caballos y carros, y doce mil jinetes, los cuales puso en las ciudades de los carros, y con el rey en Jerusalén .
9:26 Y tuvo dominio sobre todos los reyes desde el Eufrates hasta la tierra de los Filisteos, y hasta la frontera de Egipto.
9:27 Y acumuló el rey plata en Jerusalén como piedras, y cedros como los cabrahigos de la Sefela en abundancia.
9:28 Traían también caballos para Salomón, de Egipto y de todos los países.
9:29 Los demás hechos de Salomón, primeros y postreros, ¿no están todos escritos en los libros del profeta Natán, en la profecía de Ahías silonita, y en las profecías del vidente Iddo contra Jeroboam hijo de Nabat?
9:30 Reinó Salomón en Jerusalén sobre todo Israel cuarenta años.
9:31 Y durmió Salomón con sus padres, y lo sepultaron en la ciudad de David su padre: y reinó en su lugar Roboam su hijo.


Los Salmos Capítulo 74

74:1 ¿Por qué, oh Dios, nos has desechado para siempre?
¿Por qué se ha encendido tu furor contra las ovejas de tu prado?
74:2 Acuérdate de tu congregación, la que adquiriste desde tiempos antiguos,
La que redimiste para hacerla la tribu de tu herencia;
Este monte de Sion, donde has habitado.
74:3 Dirige tus pasos a los asolamientos eternos,
A todo el mal que el enemigo ha hecho en el santuario.
74:4 Tus enemigos vociferan en medio de tus asambleas;
Han puesto sus divisas por señales.
74:5 Se parecen a los que levantan
El hacha en medio de tupido bosque.
74:6 Y ahora con hachas y martillos
Han quebrado todas sus entalladuras.
74:7 Han puesto a fuego tu santuario,
Han profanado el tabernáculo de tu nombre, echándolo a tierra.
74:8 Dijeron en su corazón: Destruyámoslos de una vez;
Han quemado todas las sinagogas de Dios en la tierra.
74:9 No vemos ya nuestras señales;
No hay más profeta,
Ni entre nosotros hay quien sepa hasta cuándo.
74:10 ¿Hasta cuándo, oh Dios, nos afrentará el angustiador?
¿Ha de blasfemar el enemigo perpetuamente tu nombre?
74:11 ¿Por qué retraes tu mano?
¿Por qué escondes tu diestra en tu seno?
74:12 Pero Dios es mi rey desde tiempo antiguo;
El que obra salvación en medio de la tierra.
74:13 Dividiste el mar con tu poder;
Quebrantaste cabezas de monstruos en las aguas.
74:14 Magullaste las cabezas del leviatán,
Y lo diste por comida a los moradores del desierto.
74:15 Abriste la fuente y el río;
Secaste ríos impetuosos.
74:16 Tuyo es el día, tuya también es la noche;
Tú estableciste la luna y el sol.
74:17 Tú fijaste todos los términos de la tierra;
El verano y el invierno tú los formaste.
74:18 Acuérdate de esto: que el enemigo ha afrentado a Jehová,
Y pueblo insensato ha blasfemado tu nombre.
74:19 No entregues a las fieras el alma de tu tórtola,
Y no olvides para siempre la congregación de tus afligidos.
74:20 Mira al pacto,
Porque los lugares tenebrosos de la tierra están llenos de habitaciones de violencia.
74:21 No vuelva avergonzado el abatido;
El afligido y el menesteroso alabarán tu nombre.
74:22 Levántate, oh Dios, aboga tu causa;
Acuérdate de cómo el insensato te injuria cada día.
74:23 No olvides las voces de tus enemigos;
El alboroto de los que se levantan contra ti sube continuamente.

 

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