Que mensaje bíblico nos da el siguiente pasaje.
Isaías 40
12
¿Quién midió las aguas con el hueco de su mano y los cielos con su palmo, con tres dedos juntó el polvo de la tierra, y pesó los montes con balanza y con pesas los collados?
13 ¿Quién enseñó al Espíritu de Jehová, o le aconsejó enseñándole?
14 ¿A quién pidió consejo para ser avisado? ¿Quién le enseñó el camino del juicio, o le enseñó ciencia, o le mostró la senda de la prudencia?
15 He aquí que las naciones le son como la gota de agua que cae del cubo, y como menudo polvo en las balanzas le son estimadas; he aquí que hace desaparecer las islas como polvo.
16 Ni el Líbano bastará para el fuego, ni todos sus animales para el sacrificio.
17 Como nada son todas las naciones delante de él; y en su comparación serán estimadas en menos que nada, y que lo que no es.
18 ¿A qué, pues, haréis semejante a Dios, o qué imagen le compondréis?
19 El artífice prepara la imagen de talla, el platero le extiende el oro y le funde cadenas de plata.
20 El pobre escoge, para ofrecerle, madera que no se apolille; se busca un maestro sabio, que le haga una imagen de talla que no se mueva.
21 ¿No sabéis? ¿No habéis oído? ¿Nunca os lo han dicho desde el principio? ¿No habéis sido enseñados desde que la tierra se fundó?
22 Él está sentado sobre el círculo de la tierra, cuyos moradores son como langostas; él extiende los cielos como una cortina, los despliega como una tienda para morar.
23 Él convierte en nada a los poderosos, y a los que gobiernan la tierra hace como cosa vana.
24 Como si nunca hubieran sido plantados, como si nunca hubieran sido sembrados, como si nunca su tronco hubiera tenido raíz en la tierra; tan pronto como sopla en ellos se secan, y el torbellino los lleva como hojarasca.
25 ¿A qué, pues, me haréis semejante o me compararéis? dice el Santo.
26 Levantad en alto vuestros ojos, y mirad quién creó estas cosas; él saca y cuenta su ejército; a todas llama por sus nombres; ninguna faltará; tal es la grandeza de su fuerza, y el poder de su dominio.
27 ¿Por qué dices, oh Jacob, y hablas tú, Israel: Mi camino está escondido de Jehová, y de mi Dios pasó mi juicio?
28 ¿No has sabido, no has oído que el Dios eterno es Jehová, el cual creó los confines de la tierra? No desfallece, ni se fatiga con cansancio, y su entendimiento no hay quien lo alcance.
29 Él da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas.
30 Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen;
31 pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigaran.
Este pasaje de Isaías 40:12-31 transmite un poderoso mensaje sobre la grandeza, el poder y la soberanía de Dios en comparación con la pequeñez del ser humano y de las naciones. Aquí se nos invita a reflexionar sobre la inmensidad de Dios como Creador y su capacidad infinita, destacando varios puntos clave:
Dios como Creador Soberano (v. 12-14): Se enfatiza que nadie ha enseñado a Dios ni ha sido su consejero. Él tiene absoluto control sobre la creación y conoce todas las cosas. La humanidad no puede medir ni entender la magnitud de Su poder.
La insignificancia de las naciones ante Dios (v. 15-17): Las naciones y sus logros son como polvo ante el poder de Dios. Esto resalta Su supremacía y lo inútil de confiar en los reinos terrenales en lugar de en Él.
La inutilidad de la idolatría (v. 18-20): Isaías critica la creación de imágenes para representar a Dios. Estas representaciones humanas no pueden captar Su grandeza, ya que Dios es incomparable.
La majestad de Dios en la creación (v. 21-26): Dios es presentado como el soberano sobre todo el universo, quien extiende los cielos y mantiene el orden de todo. Nada escapa a Su control.
El consuelo para el pueblo de Dios (v. 27-31): A pesar de sentirse abandonados, el pueblo es recordado de que Dios no se cansa ni desfallece. Él da fuerzas al cansado y renueva las fuerzas de aquellos que esperan en Él, comparando esa renovación con el vuelo de las águilas.
Mensaje central: Este pasaje invita a confiar en la grandeza de Dios, quien no solo es inmensamente poderoso, sino también un refugio para los cansados y débiles. Dios no olvida a Su pueblo y promete dar fuerzas a quienes confían en Él