Romanos
Capítulo 06
6:15 ¿Qué, pues? ¿Pecaremos, porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia? En ninguna manera.
6:16 ¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia?
6:17 Pero gracias a Dios, que aunque erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a aquella forma de doctrina a la cual fuisteis entregados;
6:18 y libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia.
6:19 Hablo como humano, por vuestra humana debilidad; que así como para iniquidad presentasteis vuestros miembros para servir a la inmundicia y a la iniquidad, así ahora para santificación presentad vuestros miembros para servir a la justicia.
6:20 Porque cuando erais esclavos del pecado, erais libres acerca de la justicia.
6:21 ¿Pero qué fruto teníais de aquellas cosas de las cuales ahora os avergonzáis? Porque el fin de ellas es muerte.
6:22 Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna.
6:23 Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.
💥LA REFLEXION QUE NO ENSEÑA💥
El pasaje de Romanos 6:15-23 es una enseñanza fundamental del apóstol Pablo, que aborda la relación entre el pecado, la gracia y la vida cristiana. En él se nos invita a reflexionar sobre cómo la gracia de Dios transforma nuestra vida y nos lleva a una relación de obediencia y justicia. Vamos a analizarlo en profundidad para comprender su mensaje.
El malentendido de la gracia (6:15)
Pablo comienza planteando una pregunta retórica: “¿Pecaremos porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia?”. La respuesta es contundente: “¡En ninguna manera!”. Esto deja claro que la gracia no es una excusa para vivir en pecado. Al contrario, es una invitación a vivir una vida transformada por el poder de Dios. La gracia nos libera del castigo del pecado, pero también nos capacita para vivir en santidad.
Esclavos del pecado o de la justicia (6:16-18)
Pablo utiliza la imagen de la esclavitud para explicar que todos servimos a algo o a alguien. Si nos rendimos al pecado, nos convertimos en sus esclavos, y esto lleva a la muerte, tanto espiritual como física. Por otro lado, si nos rendimos a Dios en obediencia, nos convertimos en siervos de la justicia, lo que lleva a la vida.
En el versículo 17, Pablo agradece a Dios porque los creyentes, aunque antes eran esclavos del pecado, han obedecido de corazón al evangelio. Esto no es solo un cambio externo, sino una transformación interna, una entrega genuina a la verdad. En el versículo 18, Pablo explica que esta libertad del pecado no es un estado de neutralidad, sino que implica un nuevo compromiso: ser siervos de la justicia.
Una invitación a la santificación (6:19)
Pablo dice: “Hablo como humano, por vuestra humana debilidad”, reconociendo que usa un lenguaje sencillo para facilitar la comprensión. Insta a los creyentes a ofrecer sus cuerpos, que antes estaban al servicio del pecado, para servir ahora a la justicia. Este llamado a la santificación implica apartarse del pecado y dedicarse a Dios con un corazón puro.
Los frutos del pecado versus los frutos de la justicia (6:20-22)
Pablo hace un contraste entre la vida antes de Cristo y la vida después de aceptar su gracia:
Antes de Cristo: Cuando eran esclavos del pecado, estaban “libres” respecto a la justicia, pero esta aparente libertad solo traía vergüenza y, finalmente, muerte.
Después de Cristo: Ahora que han sido liberados del pecado y son siervos de Dios, producen frutos de santificación, y el resultado final es la vida eterna.
Esto nos recuerda que el pecado puede parecer atractivo al principio, pero siempre conduce a consecuencias destructivas. En cambio, servir a Dios produce gozo, paz y esperanza eterna.
Conclusión y resumen (6:23)
El último versículo resume todo el pasaje: “Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro”. Este versículo presenta dos caminos claros:
El pecado paga con muerte. Es su recompensa inevitable.
Dios, en su gracia, ofrece un regalo inmerecido: la vida eterna. Este regalo no se gana, sino que se recibe por medio de Jesucristo.
Reflexión final
Este pasaje nos invita a reflexionar profundamente sobre a quién estamos sirviendo. La gracia de Dios nos ha liberado del poder del pecado, pero con esa libertad viene la responsabilidad de vivir en obediencia a Él. Nuestra vida ahora debe reflejar el fruto de la santificación, sabiendo que nuestro destino final es la vida eterna con Dios.
Respondamos a esta verdad con corazones agradecidos, ofreciendo cada área de nuestra vida al servicio de la justicia y permitiendo que Dios nos santifique para Su gloria.
💥OREMOS💥
Señor mi Jesús, gracias por liberarnos del poder del pecado y darnos la oportunidad de ser siervos de Tu justicia. Ayúdanos a presentarnos ante Ti con corazones obedientes y a usar nuestras vidas para glorificarte. Que nuestros pensamientos, palabras y acciones reflejen el fruto de la santificación que Tú obras en nosotros. Gracias por el regalo inmerecido de la vida eterna en Cristo Jesús, nuestro Señor. Enséñanos a caminar cada día en Tu gracia y a rechazar todo aquello que nos aleja de Tu perfecta voluntad. Amén.
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