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martes, 1 de agosto de 2023
LECTURA DEL 01 DE AGOSTO (1a de Corintio 16, 2 Reye 12-13,Miqueas 3)
1ra. a los Corintios
Capítulo 16
16:1 En cuanto a la
ofrenda para los santos, haced vosotros también de la manera que ordené en las
iglesias de Galacia.
16:2 Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo, según
haya prosperado, guardándolo, para que cuando yo llegue no se recojan entonces
ofrendas.
16:3 Y cuando haya llegado, a quienes hubiereis designado por carta, a éstos
enviaré para que lleven vuestro donativo a Jerusalén.
16:4 Y si fuere propio que yo también vaya, irán conmigo.
16:5 Iré a vosotros, cuando haya pasado por Macedonia, pues por Macedonia tengo
que pasar.
16:6 Y podrá ser que me quede con vosotros, o aun pase el invierno, para que
vosotros me encaminéis a donde haya de ir.
16:7 Porque no quiero veros ahora de paso, pues espero estar con vosotros algún
tiempo, si el Señor lo permite.
16:8 Pero estaré en Efeso hasta Pentecostés;
16:9 porque se me ha abierto puerta grande y eficaz, y muchos son los
adversarios.
16:10 Y si llega Timoteo, mirad que esté con vosotros con tranquilidad, porque
él hace la obra del Señor así como yo.
16:11 Por tanto, nadie le tenga en poco, sino encaminadle en paz, para que
venga a mí, porque le espero con los hermanos.
16:12 Acerca del hermano Apolos, mucho le rogué que fuese a vosotros con los
hermanos, mas de ninguna manera tuvo voluntad de ir por ahora; pero irá cuando
tenga oportunidad.
16:13 Velad, estad firmes en la fe; portaos varonilmente, y esforzaos.
16:14 Todas vuestras cosas sean hechas con amor.
16:15 Hermanos, ya sabéis que la familia de Estéfanas es las primicias de
Acaya, y que ellos se han dedicado al servicio de los santos.
16:16 Os ruego que os sujetéis a personas como ellos, y a todos los que ayudan
y trabajan.
16:17 Me regocijo con la venida de Estéfanas, de Fortunato y de Acaico, pues
ellos han suplido vuestra ausencia.
16:18 Porque confortaron mi espíritu y el vuestro; reconoced, pues, a tales
personas.
16:19 Las iglesias de Asia os saludan. Aquila y Priscila, con la iglesia que
está en su casa, os saludan mucho en el Señor.
16:20 Os saludan todos los hermanos. Saludaos los unos a los otros con ósculo
santo.
16:21 Yo, Pablo, os escribo esta salutación de mi propia mano.
16:22 El que no amare al Señor Jesucristo, sea anatema. El Señor viene.
16:23 La gracia del Señor Jesucristo esté con vosotros.
16:24 Mi amor en Cristo Jesús esté con todos vosotros. Amén.
2da. de Reyes
Capítulo
12
12:1
En el séptimo año de Jehú comenzó a reinar Joás, y reinó cuarenta años en
Jerusalén. El nombre de su madre fue Sibia, de Beerseba.
12:2 Y Joás hizo lo recto ante los ojos de Jehová todo el tiempo que le dirigió
el sacerdote Joiada.
12:3 Con todo eso, los lugares altos no se quitaron, porque el pueblo aún
sacrificaba y quemaba incienso en los lugares altos.
12:4 Y Joás dijo a los sacerdotes: Todo el dinero consagrado que se suele traer
a la casa de Jehová, el dinero del rescate de cada persona según está
estipulado, y todo el dinero que cada uno de su propia voluntad trae a la casa
de Jehová,
12:5 recíbanlo los sacerdotes, cada uno de mano de sus familiares, y reparen
los portillos del templo dondequiera que se hallen grietas.
12:6 Pero en el año veintitrés del rey Joás aún no habían reparado los
sacerdotes las grietas del templo.
12:7 Llamó entonces el rey Joás al sumo sacerdote Joiada y a los sacerdotes, y
les dijo: ¿Por qué no reparáis las grietas del templo? Ahora, pues, no toméis
más el dinero de vuestros familiares, sino dadlo para reparar las grietas del
templo.
12:8 Y los sacerdotes consintieron en no tomar más dinero del pueblo, ni tener
el cargo de reparar las grietas del templo.
12:9 Mas el sumo sacerdote Joiada tomó un arca e hizo en la tapa un agujero, y
la puso junto al altar, a la mano derecha así que se entra en el templo de
Jehová; y los sacerdotes que guardaban la puerta ponían allí todo el dinero que
se traía a la casa de Jehová.
12:10 Y cuando veían que había mucho dinero en el arca, venía el secretario del
rey y el sumo sacerdote, y contaban el dinero que hallaban en el templo de
Jehová, y lo guardaban.
12:11 Y daban el dinero suficiente a los que hacían la obra, y a los que tenían
a su cargo la casa de Jehová; y ellos lo gastaban en pagar a los carpinteros y
maestros que reparaban la casa de Jehová,
12:12 y a los albañiles y canteros; y en comprar la madera y piedra de cantería
para reparar las grietas de la casa de Jehová, y en todo lo que se gastaba en
la casa para repararla.
12:13 Mas de aquel dinero que se traía a la casa de Jehová, no se hacían tazas
de plata, ni despabiladeras, ni jofainas, ni trompetas; ni ningún otro
utensilio de oro ni de plata se hacía para el templo de Jehová;
12:14 porque lo daban a los que hacían la obra, y con él reparaban la casa de
Jehová.
12:15 Y no se tomaba cuenta a los hombres en cuyas manos el dinero era
entregado, para que ellos lo diesen a los que hacían la obra; porque lo hacían
ellos fielmente.
12:16 El dinero por el pecado, y el dinero por la culpa, no se llevaba a la
casa de Jehová; porque era de los sacerdotes.
12:17 Entonces subió Hazael rey de Siria, y peleó contra Gat, y la tomó. Y se
propuso Hazael subir contra Jerusalén;
12:18 por lo cual tomó Joás rey de Judá todas las ofrendas que habían dedicado
Josafat y Joram y Ocozías sus padres, reyes de Judá, y las que él había
dedicado, y todo el oro que se halló en los tesoros de la casa de Jehová y en
la casa del rey, y lo envió a Hazael rey de Siria; y él se retiró de
Jerusalén.
12:19 Los demás hechos de Joás, y todo lo que hizo, ¿no está escrito en el
libro de las crónicas de los reyes de Judá?
12:20 Y se levantaron sus siervos, y conspiraron en conjuración, y mataron a
Joás en la casa de Milo, cuando descendía él a Sila;
12:21 pues Josacar hijo de Simeat y Jozabad hijo de Somer, sus siervos, le
hirieron, y murió. Y lo sepultaron con sus padres en la ciudad de David, y
reinó en su lugar Amasías su hijo.
2da. de Reyes
Capítulo
13
13:1
En el año veintitrés de Joás hijo de Ocozías, rey de Judá, comenzó a reinar
Joacaz hijo de Jehú sobre Israel en Samaria; y reinó diecisiete años.
13:2 E hizo lo malo ante los ojos de Jehová, y siguió en los pecados de
Jeroboam hijo de Nabat, el que hizo pecar a Israel; y no se apartó de
ellos.
13:3 Y se encendió el furor de Jehová contra Israel, y los entregó en mano de
Hazael rey de Siria, y en mano de Ben-adad hijo de Hazael, por largo
tiempo.
13:4 Mas Joacaz oró en presencia de Jehová, y Jehová lo oyó; porque miró la
aflicción de Israel, pues el rey de Siria los afligía.
13:5 (Y dio Jehová salvador a Israel, y salieron del poder de los sirios; y
habitaron los hijos de Israel en sus tiendas, como antes.
13:6 Con todo eso, no se apartaron de los pecados de la casa de Jeroboam, el
que hizo pecar a Israel; en ellos anduvieron; y también la imagen de Asera
permaneció en Samaria.)
13:7 Porque no le había quedado gente a Joacaz, sino cincuenta hombres de a
caballo, diez carros, y diez mil hombres de a pie; pues el rey de Siria los
había destruido, y los había puesto como el polvo para hollar.
13:8 El resto de los hechos de Joacaz, y todo lo que hizo, y sus valentías, ¿no
está escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Israel?
13:9 Y durmió Joacaz con sus padres, y lo sepultaron en Samaria, y reinó en su
lugar Joás su hijo.
13:10 El año treinta y siete de Joás rey de Judá, comenzó a reinar Joás hijo de
Joacaz sobre Israel en Samaria; y reinó dieciséis años.
13:11 E hizo lo malo ante los ojos de Jehová; no se apartó de todos los pecados
de Jeroboam hijo de Nabat, el que hizo pecar a Israel; en ellos anduvo.
13:12 Los demás hechos de Joás, y todo lo que hizo, y el esfuerzo con que
guerreó contra Amasías rey de Judá, ¿no está escrito en el libro de las
crónicas de los reyes de Israel?
13:13 Y durmió Joás con sus padres, y se sentó Jeroboam sobre su trono; y Joás
fue sepultado en Samaria con los reyes de Israel.
13:14 Estaba Eliseo enfermo de la enfermedad de que murió. Y descendió a él
Joás rey de Israel, y llorando delante de él, dijo: ¡Padre mío, padre mío,
carro de Israel y su gente de a caballo!
13:15 Y le dijo Eliseo: Toma un arco y unas saetas. Tomó él entonces un arco y
unas saetas.
13:16 Luego dijo Eliseo al rey de Israel: Pon tu mano sobre el arco. Y puso él
su mano sobre el arco. Entonces puso Eliseo sus manos sobre las manos del
rey,
13:17 y dijo: Abre la ventana que da al oriente. Y cuando él la abrió, dijo
Eliseo: Tira. Y tirando él, dijo Eliseo: Saeta de salvación de Jehová, y saeta
de salvación contra Siria; porque herirás a los sirios en Afec hasta
consumirlos.
13:18 Y le volvió a decir: Toma las saetas. Y luego que el rey de Israel las hubo
tomado, le dijo: Golpea la tierra. Y él la golpeó tres veces, y se
detuvo.
13:19 Entonces el varón de Dios, enojado contra él, le dijo: Al dar cinco o
seis golpes, hubieras derrotado a Siria hasta no quedar ninguno; pero ahora
sólo tres veces derrotarás a Siria.
13:20 Y murió Eliseo, y lo sepultaron. Entrado el año, vinieron bandas armadas
de moabitas a la tierra.
13:21 Y aconteció que al sepultar unos a un hombre, súbitamente vieron una
banda armada, y arrojaron el cadáver en el sepulcro de Eliseo; y cuando llegó a
tocar el muerto los huesos de Eliseo, revivió, y se levantó sobre sus
pies.
13:22 Hazael, pues, rey de Siria, afligió a Israel todo el tiempo de
Joacaz.
13:23 Mas Jehová tuvo misericordia de ellos, y se compadeció de ellos y los
miró, a causa de su pacto con Abraham, Isaac y Jacob; y no quiso destruirlos ni
echarlos de delante de su presencia hasta hoy.
13:24 Y murió Hazael rey de Siria, y reinó en su lugar Ben-adad su hijo.
13:25 Y volvió Joás hijo de Joacaz y tomó de mano de Ben-adad hijo de Hazael
las ciudades que éste había tomado en guerra de mano de Joacaz su padre. Tres
veces lo derrotó Joás, y restituyó las ciudades a Israel.
Miqueas
Capítulo
03
3:1
Dije: Oíd ahora, príncipes de Jacob, y jefes de la casa de Israel: ¿No
concierne a vosotros saber lo que es justo?
3:2 Vosotros que aborrecéis lo bueno y amáis lo malo, que les quitáis su piel y
su carne de sobre los huesos;
3:3 que coméis asimismo la carne de mi pueblo, y les desolláis su piel de sobre
ellos, y les quebrantáis los huesos y los rompéis como para el caldero, y como
carnes en olla.
3:4 Entonces clamaréis a Jehová, y no os responderá; antes esconderá de
vosotros su rostro en aquel tiempo, por cuanto hicisteis malvadas obras.
3:5 Así ha dicho Jehová acerca de los profetas que hacen errar a mi pueblo, y
claman: Paz, cuando tienen algo que comer, y al que no les da de comer,
proclaman guerra contra él:
3:6 Por tanto, de la profecía se os hará noche, y oscuridad del adivinar; y
sobre los profetas se pondrá el sol, y el día se entenebrecerá sobre
ellos.
3:7 Y serán avergonzados los profetas, y se confundirán los adivinos; y ellos
todos cerrarán sus labios, porque no hay respuesta de Dios.
3:8 Mas yo estoy lleno de poder del Espíritu de Jehová, y de juicio y de
fuerza, para denunciar a Jacob su rebelión, y a Israel su pecado.
3:9 Oíd ahora esto, jefes de la casa de Jacob, y capitanes de la casa de
Israel, que abomináis el juicio, y pervertís todo el derecho;
3:10 que edificáis a Sion con sangre, y a Jerusalén con injusticia.
3:11 Sus jefes juzgan por cohecho, y sus sacerdotes enseñan por precio, y sus
profetas adivinan por dinero; y se apoyan en Jehová, diciendo: ¿No está Jehová
entre nosotros? No vendrá mal sobre nosotros.
3:12 Por tanto, a causa de vosotros Sion será arada como campo, y Jerusalén
vendrá a ser montones de ruinas, y el monte de la casa como cumbres de bosque.
martes, 28 de febrero de 2023
miércoles, 1 de junio de 2022
miércoles, 31 de julio de 2019
1 CORINTIOS 11.17-34,2 REYES 5,ABDIAS 1
1ra. a los Corintios
Capítulo 11
11:17 Pero al anunciaros esto que sigue, no os alabo; porque no os congregáis para lo mejor, sino para lo peor.
11:18 Pues en primer lugar, cuando os reunís como iglesia, oigo que hay entre vosotros divisiones; y en parte lo creo.
11:19 Porque es preciso que entre vosotros haya disensiones, para que se hagan manifiestos entre vosotros los que son aprobados.
11:20 Cuando, pues, os reunís vosotros, esto no es comer la cena del Señor.
11:21 Porque al comer, cada uno se adelanta a tomar su propia cena; y uno tiene hambre, y otro se embriaga.
11:22 Pues qué, ¿no tenéis casas en que comáis y bebáis? ¿O menospreciáis la iglesia de Dios, y avergonzáis a los que no tienen nada? ¿Qué os diré? ¿Os alabaré? En esto no os alabo.
11:23 Porque yo recibí del Señor lo que también os he enseñado: Que el Señor Jesús, la noche que fue entregado, tomó pan;
11:24 y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí.
11:25 Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis, en memoria de mí.
11:26 Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga.
11:27 De manera que cualquiera que comiere este pan o bebiere esta copa del Señor indignamente, será culpado del cuerpo y de la sangre del Señor.
11:28 Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba de la copa.
11:29 Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí.
11:30 Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y muchos duermen.
11:31 Si, pues, nos examinásemos a nosotros mismos, no seríamos juzgados;
11:32 mas siendo juzgados, somos castigados por el Señor, para que no seamos condenados con el mundo.
11:33 Así que, hermanos míos, cuando os reunís a comer, esperaos unos a otros.
11:34 Si alguno tuviere hambre, coma en su casa, para que no os reunáis para juicio. Las demás cosas las pondré en orden cuando yo fuere.
2da. de Reyes
Capítulo 05
5:1 Naamán, general del ejército del rey de Siria, era varón grande delante de su señor, y lo tenía en alta estima, porque por medio de él había dado Jehová salvación a Siria. Era este hombre valeroso en extremo, pero leproso.
5:2 Y de Siria habían salido bandas armadas, y habían llevado cautiva de la tierra de Israel a una muchacha, la cual servía a la mujer de Naamán.
5:3 Esta dijo a su señora: Si rogase mi señor al profeta que está en Samaria, él lo sanaría de su lepra.
5:4 Entrando Naamán a su señor, le relató diciendo: Así y así ha dicho una muchacha que es de la tierra de Israel.
5:5 Y le dijo el rey de Siria: Anda, ve, y yo enviaré cartas al rey de Israel. Salió, pues, él, llevando consigo diez talentos de plata, y seis mil piezas de oro, y diez mudas de vestidos.
5:6 Tomó también cartas para el rey de Israel, que decían así: Cuando lleguen a ti estas cartas, sabe por ellas que yo envío a ti mi siervo Naamán, para que lo sanes de su lepra.
5:7 Luego que el rey de Israel leyó las cartas, rasgó sus vestidos, y dijo: ¿Soy yo Dios, que mate y dé vida, para que éste envíe a mí a que sane un hombre de su lepra? Considerad ahora, y ved cómo busca ocasión contra mí.
5:8 Cuando Eliseo el varón de Dios oyó que el rey de Israel había rasgado sus vestidos, envió a decir al rey: ¿Por qué has rasgado tus vestidos? Venga ahora a mí, y sabrá que hay profeta en Israel.
5:9 Y vino Naamán con sus caballos y con su carro, y se paró a las puertas de la casa de Eliseo.
5:10 Entonces Eliseo le envió un mensajero, diciendo: Vé y lávate siete veces en el Jordán, y tu carne se te restaurará, y serás limpio.
5:11 Y Naamán se fue enojado, diciendo: He aquí yo decía para mí: Saldrá él luego, y estando en pie invocará el nombre de Jehová su Dios, y alzará su mano y tocará el lugar, y sanará la lepra.
5:12 Abana y Farfar, ríos de Damasco, ¿no son mejores que todas las aguas de Israel? Si me lavare en ellos, ¿no seré también limpio? Y se volvió, y se fue enojado.
5:13 Mas sus criados se le acercaron y le hablaron diciendo: Padre mío, si el profeta te mandara alguna gran cosa, ¿no la harías? ¿Cuánto más, diciéndote: Lávate, y serás limpio?
5:14 El entonces descendió, y se zambulló siete veces en el Jordán, conforme a la palabra del varón de Dios; y su carne se volvió como la carne de un niño, y quedó limpio.
5:15 Y volvió al varón de Dios, él y toda su compañía, y se puso delante de él, y dijo: He aquí ahora conozco que no hay Dios en toda la tierra, sino en Israel. Te ruego que recibas algún presente de tu siervo.
5:16 Mas él dijo: Vive Jehová, en cuya presencia estoy, que no lo aceptaré. Y le instaba que aceptara alguna cosa, pero él no quiso.
5:17 Entonces Naamán dijo: Te ruego, pues, ¿de esta tierra no se dará a tu siervo la carga de un par de mulas? Porque de aquí en adelante tu siervo no sacrificará holocausto ni ofrecerá sacrificio a otros dioses, sino a Jehová.
5:18 En esto perdone Jehová a tu siervo: que cuando mi señor el rey entrare en el templo de Rimón para adorar en él, y se apoyare sobre mi brazo, si yo también me inclinare en el templo de Rimón; cuando haga tal, Jehová perdone en esto a tu siervo.
5:19 Y él le dijo: Ve en paz. Se fue, pues, y caminó como media legua de tierra.
5:20 Entonces Giezi, criado de Eliseo el varón de Dios, dijo entre sí: He aquí mi señor estorbó a este sirio Naamán, no tomando de su mano las cosas que había traído. Vive Jehová, que correré yo tras él y tomaré de él alguna cosa.
5:21 Y siguió Giezi a Naamán; y cuando vio Naamán que venía corriendo tras él, se bajó del carro para recibirle, y dijo: ¿Va todo bien?
5:22 Y él dijo: Bien. Mi señor me envía a decirte: He aquí vinieron a mí en esta hora del monte de Efraín dos jóvenes de los hijos de los profetas; te ruego que les des un talento de plata, y dos vestidos nuevos.
5:23 Dijo Naamán: Te ruego que tomes dos talentos. Y le insistió, y ató dos talentos de plata en dos bolsas, y dos vestidos nuevos, y lo puso todo a cuestas a dos de sus criados para que lo llevasen delante de él.
5:24 Y así que llegó a un lugar secreto, él lo tomó de mano de ellos, y lo guardó en la casa; luego mandó a los hombres que se fuesen.
5:25 Y él entró, y se puso delante de su señor. Y Eliseo le dijo: ¿De dónde vienes, Giezi? Y él dijo: Tu siervo no ha ido a ninguna parte.
5:26 El entonces le dijo: ¿No estaba también allí mi corazón, cuando el hombre volvió de su carro a recibirte? ¿Es tiempo de tomar plata, y de tomar vestidos, olivares, viñas, ovejas, bueyes, siervos y siervas?
5:27 Por tanto, la lepra de Naamán se te pegará a ti y a tu descendencia para siempre. Y salió de delante de él leproso, blanco como la nieve.
Abdías
Capítulo 01
1:1 Visión de Abdías. Jehová el Señor ha dicho así en cuanto a Edom: Hemos oído el pregón de Jehová, y mensajero ha sido enviado a las naciones. Levantaos, y levantémonos contra este pueblo en batalla.
1:2 He aquí, pequeño te he hecho entre las naciones; estás abatido en gran manera.
1:3 La soberbia de tu corazón te ha engañado, tú que moras en las hendiduras de las peñas, en tu altísima morada; que dices en tu corazón: ¿Quién me derribará a tierra?
1:4 Si te remontares como águila, y aunque entre las estrellas pusieres tu nido, de ahí te derribaré, dice Jehová.
1:5 Si ladrones vinieran a ti, o robadores de noche (¡cómo has sido destruido!), ¿no hurtarían lo que les bastase? Si entraran a ti vendimiadores, ¿no dejarían algún rebusco?
1:6 ¡Cómo fueron escudriñadas las cosas de Esaú! Sus tesoros escondidos fueron buscados.
1:7 Todos tus aliados te han engañado; hasta los confines te hicieron llegar; los que estaban en paz contigo prevalecieron contra ti; los que comían tu pan pusieron lazo debajo de ti; no hay en ello entendimiento.
1:8 ¿No haré que perezcan en aquel día, dice Jehová, los sabios de Edom, y la prudencia del monte de Esaú?
1:9 Y tus valientes, oh Temán, serán amedrentados; porque todo hombre será cortado del monte de Esaú por el estrago.
1:10 Por la injuria a tu hermano Jacob te cubrirá vergüenza, y serás cortado para siempre.
1:11 El día que estando tú delante, llevaban extraños cautivo su ejército, y extraños entraban por sus puertas, y echaban suertes sobre Jerusalén, tú también eras como uno de ellos.
1:12 Pues no debiste tú haber estado mirando en el día de tu hermano, en el día de su infortunio; no debiste haberte alegrado de los hijos de Judá en el día en que se perdieron, ni debiste haberte jactado en el día de la angustia.
1:13 No debiste haber entrado por la puerta de mi pueblo en el día de su quebrantamiento; no, no debiste haber mirado su mal en el día de su quebranto, ni haber echado mano a sus bienes en el día de su calamidad.
1:14 Tampoco debiste haberte parado en las encrucijadas para matar a los que de ellos escapasen; ni debiste haber entregado a los que quedaban en el día de angustia.
1:15 Porque cercano está el día de Jehová sobre todas las naciones; como tú hiciste se hará contigo; tu recompensa volverá sobre tu cabeza.
1:De la manera que vosotros bebisteis en mi santo monte, beberán continuamente todas las naciones; beberán, y engullirán, y serán como si no hubieran sido.
1:17 Mas en el monte de Sion habrá un remanente que se salve; y será santo, y la casa de Jacob recuperará sus posesiones.
1:18 La casa de Jacob será fuego, y la casa de José será llama, y la casa de Esaú estopa, y los quemarán y los consumirán; ni aun resto quedará de la casa de Esaú, porque Jehová lo ha dicho.
1:19 Y los del Neguev poseerán el monte de Esaú, y los de la Sefela a los filisteos; poseerán también los campos de Efraín, y los campos de Samaria; y Benjamín a Galaad.
1:20 Y los cautivos de este ejército de los hijos de Israel poseerán lo de los cananeos hasta Sarepta; y los cautivos de Jerusalén que están en Sefarad poseerán las ciudades del Neguev.
1:21 Y subirán salvadores al monte de Sion para juzgar al monte de Esaú; y el reino será de Jehová.
martes, 30 de julio de 2019
DIA 24 DE JULIO(1 CORINTIOS 11.1-16, 2 REYES 4, AMON 9)
1ra. a los Corintios
Capítulo 11
11:1 Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo.
11:2 Os alabo, hermanos, porque en todo os acordáis de mí, y retenéis las instrucciones tal como os las entregué.
11:3 Pero quiero que sepáis que Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón es la cabeza de la mujer, y Dios la cabeza de Cristo.
11:4 Todo varón que ora o profetiza con la cabeza cubierta, afrenta su cabeza.
11:5 Pero toda mujer que ora o profetiza con la cabeza descubierta, afrenta su cabeza; porque lo mismo es que si se hubiese rapado.
11:6 Porque si la mujer no se cubre, que se corte también el cabello; y si le es vergonzoso a la mujer cortarse el cabello o raparse, que se cubra.
11:7 Porque el varón no debe cubrirse la cabeza, pues él es imagen y gloria de Dios; pero la mujer es gloria del varón.
11:8 Porque el varón no procede de la mujer, sino la mujer del varón,
11:9 y tampoco el varón fue creado por causa de la mujer, sino la mujer por causa del varón.
11:10 Por lo cual la mujer debe tener señal de autoridad sobre su cabeza, por causa de los ángeles.
11:11 Pero en el Señor, ni el varón es sin la mujer, ni la mujer sin el varón;
11:12 porque así como la mujer procede del varón, también el varón nace de la mujer; pero todo procede de Dios.
11:13 Juzgad vosotros mismos: ¿Es propio que la mujer ore a Dios sin cubrirse la cabeza?
11:14 La naturaleza misma ¿no os enseña que al varón le es deshonroso dejarse crecer el cabello?
11:15 Por el contrario, a la mujer dejarse crecer el cabello le es honroso; porque en lugar de velo le es dado el cabello.
11:16 Con todo eso, si alguno quiere ser contencioso, nosotros no tenemos tal costumbre, ni las iglesias de Dios.
2da. de Reyes
Capítulo 04
4:1 Una mujer, de las mujeres de los hijos de los profetas, clamó a Eliseo, diciendo: Tu siervo mi marido ha muerto; y tú sabes que tu siervo era temeroso de Jehová; y ha venido el acreedor para tomarse dos hijos míos por siervos.
4:2 Y Eliseo le dijo: ¿Qué te haré yo? Declárame qué tienes en casa. Y ella dijo: Tu sierva ninguna cosa tiene en casa, sino una vasija de aceite.
4:3 El le dijo: Ve y pide para ti vasijas prestadas de todos tus vecinos, vasijas vacías, no pocas.
4:4 Entra luego, y enciérrate tú y tus hijos; y echa en todas las vasijas, y cuando una esté llena, ponla aparte.
4:5 Y se fue la mujer, y cerró la puerta encerrándose ella y sus hijos; y ellos le traían las vasijas, y ella echaba del aceite.
4:6 Cuando las vasijas estuvieron llenas, dijo a un hijo suyo: Tráeme aún otras vasijas. Y él dijo: No hay más vasijas. Entonces cesó el aceite.
4:7 Vino ella luego, y lo contó al varón de Dios, el cual dijo: Ve y vende el aceite, y paga a tus acreedores; y tú y tus hijos vivid de lo que quede.
4:8 Aconteció también que un día pasaba Eliseo por Sunem; y había allí una mujer importante, que le invitaba insistentemente a que comiese; y cuando él pasaba por allí, venía a la casa de ella a comer.
4:9 Y ella dijo a su marido: He aquí ahora, yo entiendo que éste que siempre pasa por nuestra casa, es varón santo de Dios.
4:10 Yo te ruego que hagamos un pequeño aposento de paredes, y pongamos allí cama, mesa, silla y candelero, para que cuando él viniere a nosotros, se quede en él.
4:11 Y aconteció que un día vino él por allí, y se quedó en aquel aposento, y allí durmió.
4:12 Entonces dijo a Giezi su criado: Llama a esta sunamita. Y cuando la llamó, vino ella delante de él.
4:13 Dijo él entonces a Giezi: Dile: He aquí tú has estado solícita por nosotros con todo este esmero; ¿qué quieres que haga por ti? ¿Necesitas que hable por ti al rey, o al general del ejército? Y ella respondió: Yo habito en medio de mi pueblo.
4:14 Y él dijo: ¿Qué, pues, haremos por ella? Y Giezi respondió: He aquí que ella no tiene hijo, y su marido es viejo.
4:15 Dijo entonces: Llámala. Y él la llamó, y ella se paró a la puerta.
4:16 Y él le dijo: El año que viene, por este tiempo, abrazarás un hijo. Y ella dijo: No, señor mío, varón de Dios, no hagas burla de tu sierva.
4:17 Mas la mujer concibió, y dio a luz un hijo el año siguiente, en el tiempo que Eliseo le había dicho.
4:18 Y el niño creció. Pero aconteció un día, que vino a su padre, que estaba con los segadores;
4:19 y dijo a su padre: ¡Ay, mi cabeza, mi cabeza! Y el padre dijo a un criado: Llévalo a su madre.
4:20 Y habiéndole él tomado y traído a su madre, estuvo sentado en sus rodillas hasta el mediodía, y murió.
4:21 Ella entonces subió, y lo puso sobre la cama del varón de Dios, y cerrando la puerta, se salió.
4:22 Llamando luego a su marido, le dijo: Te ruego que envíes conmigo a alguno de los criados y una de las asnas, para que yo vaya corriendo al varón de Dios, y regrese.
4:23 El dijo: ¿Para qué vas a verle hoy? No es nueva luna, ni día de reposo. Y ella respondió: Paz.
4:24 Después hizo enalbardar el asna, y dijo al criado: Guía y anda; y no me hagas detener en el camino, sino cuando yo te lo dijere.
4:25 Partió, pues, y vino al varón de Dios, al monte Carmelo. Y cuando el varón de Dios la vio de lejos, dijo a su criado Giezi: He aquí la sunamita.
4:26 Te ruego que vayas ahora corriendo a recibirla, y le digas: ¿Te va bien a ti? ¿Le va bien a tu marido, y a tu hijo? Y ella dijo: Bien.
4:27 Luego que llegó a donde estaba el varón de Dios en el monte, se asió de sus pies. Y se acercó Giezi para quitarla; pero el varón de Dios le dijo: Déjala, porque su alma está en amargura, y Jehová me ha encubierto el motivo, y no me lo ha revelado.
4:28 Y ella dijo: ¿Pedí yo hijo a mi señor? ¿No dije yo que no te burlases de mí?
4:29 Entonces dijo él a Giezi: Ciñe tus lomos, y toma mi báculo en tu mano, y ve; si alguno te encontrare, no lo saludes, y si alguno te saludare, no le respondas; y pondrás mi báculo sobre el rostro del niño.
4:30 Y dijo la madre del niño: Vive Jehová, y vive tu alma, que no te dejaré.
4:31 El entonces se levantó y la siguió. Y Giezi había ido delante de ellos, y había puesto el báculo sobre el rostro del niño; pero no tenía voz ni sentido, y así se había vuelto para encontrar a Eliseo, y se lo declaró, diciendo: El niño no despierta.
4:32 Y venido Eliseo a la casa, he aquí que el niño estaba muerto tendido sobre su cama.
4:33 Entrando él entonces, cerró la puerta tras ambos, y oró a Jehová.
4:34 Después subió y se tendió sobre el niño, poniendo su boca sobre la boca de él, y sus ojos sobre sus ojos, y sus manos sobre las manos suyas; así se tendió sobre él, y el cuerpo del niño entró en calor.
4:35 Volviéndose luego, se paseó por la casa a una y otra parte, y después subió, y se tendió sobre él nuevamente, y el niño estornudó siete veces, y abrió sus ojos.
4:36 Entonces llamó él a Giezi, y le dijo: Llama a esta sunamita. Y él la llamó. Y entrando ella, él le dijo: Toma tu hijo.
4:37 Y así que ella entró, se echó a sus pies, y se inclinó a tierra; y después tomó a su hijo, y salió.
4:38 Eliseo volvió a Gilgal cuando había una grande hambre en la tierra. Y los hijos de los profetas estaban con él, por lo que dijo a su criado: Pon una olla grande, y haz potaje para los hijos de los profetas.
4:39 Y salió uno al campo a recoger hierbas, y halló una como parra montés, y de ella llenó su falda de calabazas silvestres; y volvió, y las cortó en la olla del potaje, pues no sabía lo que era.
4:40 Después sirvió para que comieran los hombres; pero sucedió que comiendo ellos de aquel guisado, gritaron diciendo: ¡Varón de Dios, hay muerte en esa olla! Y no lo pudieron comer.
4:41 El entonces dijo: Traed harina. Y la esparció en la olla, y dijo: Da de comer a la gente. Y no hubo más mal en la olla.
4:42 Vino entonces un hombre de Baal-salisa, el cual trajo al varón de Dios panes de primicias, veinte panes de cebada, y trigo nuevo en su espiga. Y él dijo: Da a la gente para que coma.
4:43 Y respondió su sirviente: ¿Cómo pondré esto delante de cien hombres? Pero él volvió a decir: Da a la gente para que coma, porque así ha dicho Jehová: Comerán, y sobrará.
4:44 Entonces lo puso delante de ellos, y comieron, y les sobró, conforme a la palabra de Jehová.
Amós
Capítulo 09
9:1 Vi al Señor que estaba sobre el altar, y dijo: Derriba el capitel, y estremézcanse las puertas, y hazlos pedazos sobre la cabeza de todos; y al postrero de ellos mataré a espada; no habrá de ellos quien huya, ni quien escape.
9:2 Aunque cavasen hasta el Seol, de allá los tomará mi mano; y aunque subieren hasta el cielo, de allá los haré descender.
9:3 Si se escondieren en la cumbre del Carmelo, allí los buscaré y los tomaré; y aunque se escondieren de delante de mis ojos en lo profundo del mar, allí mandaré a la serpiente y los morderá.
9:4 Y si fueren en cautiverio delante de sus enemigos, allí mandaré la espada, y los matará; y pondré sobre ellos mis ojos para mal, y no para bien.
9:5 El Señor, Jehová de los ejércitos, es el que toca la tierra, y se derretirá, y llorarán todos los que en ella moran; y crecerá toda como un río, y mermará luego como el río de Egipto.
9:6 El edificó en el cielo sus cámaras, y ha establecido su expansión sobre la tierra; él llama las aguas del mar, y sobre la faz de la tierra las derrama; Jehová es su nombre.
9:7 Hijos de Israel, ¿no me sois vosotros como hijos de etíopes, dice Jehová? ¿No hice yo subir a Israel de la tierra de Egipto, y a los filisteos de Caftor, y de Kir a los arameos?
9:8 He aquí los ojos de Jehová el Señor están contra el reino pecador, y yo lo asolaré de la faz de la tierra; mas no destruiré del todo la casa de Jacob, dice Jehová.
9:9 Porque he aquí yo mandaré y haré que la casa de Israel sea zarandeada entre todas las naciones, como se zarandea el grano en una criba, y no cae un granito en la tierra.
9:10 A espada morirán todos los pecadores de mi pueblo, que dicen: No se acercará, ni nos alcanzará el mal.
9:11 En aquel día yo levantaré el tabernáculo caído de David, y cerraré sus portillos y levantaré sus ruinas, y lo edificaré como en el tiempo pasado;
9:12 para que aquellos sobre los cuales es invocado mi nombre posean el resto de Edom, y a todas las naciones, dice Jehová que hace esto.
9:13 He aquí vienen días, dice Jehová, en que el que ara alcanzará al segador, y el pisador de las uvas al que lleve la simiente; y los montes destilarán mosto, y todos los collados se derretirán.
9:14 Y traeré del cautiverio a mi pueblo Israel, y edificarán ellos las ciudades asoladas, y las habitarán; plantarán viñas, y beberán el vino de ellas, y harán huertos, y comerán el fruto de ellos.
9:15 Pues los plantaré sobre su tierra, y nunca más serán arrancados de su tierra que yo les di, ha dicho Jehová Dios tuyo.
Capítulo 11
11:1 Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo.
11:2 Os alabo, hermanos, porque en todo os acordáis de mí, y retenéis las instrucciones tal como os las entregué.
11:3 Pero quiero que sepáis que Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón es la cabeza de la mujer, y Dios la cabeza de Cristo.
11:4 Todo varón que ora o profetiza con la cabeza cubierta, afrenta su cabeza.
11:5 Pero toda mujer que ora o profetiza con la cabeza descubierta, afrenta su cabeza; porque lo mismo es que si se hubiese rapado.
11:6 Porque si la mujer no se cubre, que se corte también el cabello; y si le es vergonzoso a la mujer cortarse el cabello o raparse, que se cubra.
11:7 Porque el varón no debe cubrirse la cabeza, pues él es imagen y gloria de Dios; pero la mujer es gloria del varón.
11:8 Porque el varón no procede de la mujer, sino la mujer del varón,
11:9 y tampoco el varón fue creado por causa de la mujer, sino la mujer por causa del varón.
11:10 Por lo cual la mujer debe tener señal de autoridad sobre su cabeza, por causa de los ángeles.
11:11 Pero en el Señor, ni el varón es sin la mujer, ni la mujer sin el varón;
11:12 porque así como la mujer procede del varón, también el varón nace de la mujer; pero todo procede de Dios.
11:13 Juzgad vosotros mismos: ¿Es propio que la mujer ore a Dios sin cubrirse la cabeza?
11:14 La naturaleza misma ¿no os enseña que al varón le es deshonroso dejarse crecer el cabello?
11:15 Por el contrario, a la mujer dejarse crecer el cabello le es honroso; porque en lugar de velo le es dado el cabello.
11:16 Con todo eso, si alguno quiere ser contencioso, nosotros no tenemos tal costumbre, ni las iglesias de Dios.
2da. de Reyes
Capítulo 04
4:1 Una mujer, de las mujeres de los hijos de los profetas, clamó a Eliseo, diciendo: Tu siervo mi marido ha muerto; y tú sabes que tu siervo era temeroso de Jehová; y ha venido el acreedor para tomarse dos hijos míos por siervos.
4:2 Y Eliseo le dijo: ¿Qué te haré yo? Declárame qué tienes en casa. Y ella dijo: Tu sierva ninguna cosa tiene en casa, sino una vasija de aceite.
4:3 El le dijo: Ve y pide para ti vasijas prestadas de todos tus vecinos, vasijas vacías, no pocas.
4:4 Entra luego, y enciérrate tú y tus hijos; y echa en todas las vasijas, y cuando una esté llena, ponla aparte.
4:5 Y se fue la mujer, y cerró la puerta encerrándose ella y sus hijos; y ellos le traían las vasijas, y ella echaba del aceite.
4:6 Cuando las vasijas estuvieron llenas, dijo a un hijo suyo: Tráeme aún otras vasijas. Y él dijo: No hay más vasijas. Entonces cesó el aceite.
4:7 Vino ella luego, y lo contó al varón de Dios, el cual dijo: Ve y vende el aceite, y paga a tus acreedores; y tú y tus hijos vivid de lo que quede.
4:8 Aconteció también que un día pasaba Eliseo por Sunem; y había allí una mujer importante, que le invitaba insistentemente a que comiese; y cuando él pasaba por allí, venía a la casa de ella a comer.
4:9 Y ella dijo a su marido: He aquí ahora, yo entiendo que éste que siempre pasa por nuestra casa, es varón santo de Dios.
4:10 Yo te ruego que hagamos un pequeño aposento de paredes, y pongamos allí cama, mesa, silla y candelero, para que cuando él viniere a nosotros, se quede en él.
4:11 Y aconteció que un día vino él por allí, y se quedó en aquel aposento, y allí durmió.
4:12 Entonces dijo a Giezi su criado: Llama a esta sunamita. Y cuando la llamó, vino ella delante de él.
4:13 Dijo él entonces a Giezi: Dile: He aquí tú has estado solícita por nosotros con todo este esmero; ¿qué quieres que haga por ti? ¿Necesitas que hable por ti al rey, o al general del ejército? Y ella respondió: Yo habito en medio de mi pueblo.
4:14 Y él dijo: ¿Qué, pues, haremos por ella? Y Giezi respondió: He aquí que ella no tiene hijo, y su marido es viejo.
4:15 Dijo entonces: Llámala. Y él la llamó, y ella se paró a la puerta.
4:16 Y él le dijo: El año que viene, por este tiempo, abrazarás un hijo. Y ella dijo: No, señor mío, varón de Dios, no hagas burla de tu sierva.
4:17 Mas la mujer concibió, y dio a luz un hijo el año siguiente, en el tiempo que Eliseo le había dicho.
4:18 Y el niño creció. Pero aconteció un día, que vino a su padre, que estaba con los segadores;
4:19 y dijo a su padre: ¡Ay, mi cabeza, mi cabeza! Y el padre dijo a un criado: Llévalo a su madre.
4:20 Y habiéndole él tomado y traído a su madre, estuvo sentado en sus rodillas hasta el mediodía, y murió.
4:21 Ella entonces subió, y lo puso sobre la cama del varón de Dios, y cerrando la puerta, se salió.
4:22 Llamando luego a su marido, le dijo: Te ruego que envíes conmigo a alguno de los criados y una de las asnas, para que yo vaya corriendo al varón de Dios, y regrese.
4:23 El dijo: ¿Para qué vas a verle hoy? No es nueva luna, ni día de reposo. Y ella respondió: Paz.
4:24 Después hizo enalbardar el asna, y dijo al criado: Guía y anda; y no me hagas detener en el camino, sino cuando yo te lo dijere.
4:25 Partió, pues, y vino al varón de Dios, al monte Carmelo. Y cuando el varón de Dios la vio de lejos, dijo a su criado Giezi: He aquí la sunamita.
4:26 Te ruego que vayas ahora corriendo a recibirla, y le digas: ¿Te va bien a ti? ¿Le va bien a tu marido, y a tu hijo? Y ella dijo: Bien.
4:27 Luego que llegó a donde estaba el varón de Dios en el monte, se asió de sus pies. Y se acercó Giezi para quitarla; pero el varón de Dios le dijo: Déjala, porque su alma está en amargura, y Jehová me ha encubierto el motivo, y no me lo ha revelado.
4:28 Y ella dijo: ¿Pedí yo hijo a mi señor? ¿No dije yo que no te burlases de mí?
4:29 Entonces dijo él a Giezi: Ciñe tus lomos, y toma mi báculo en tu mano, y ve; si alguno te encontrare, no lo saludes, y si alguno te saludare, no le respondas; y pondrás mi báculo sobre el rostro del niño.
4:30 Y dijo la madre del niño: Vive Jehová, y vive tu alma, que no te dejaré.
4:31 El entonces se levantó y la siguió. Y Giezi había ido delante de ellos, y había puesto el báculo sobre el rostro del niño; pero no tenía voz ni sentido, y así se había vuelto para encontrar a Eliseo, y se lo declaró, diciendo: El niño no despierta.
4:32 Y venido Eliseo a la casa, he aquí que el niño estaba muerto tendido sobre su cama.
4:33 Entrando él entonces, cerró la puerta tras ambos, y oró a Jehová.
4:34 Después subió y se tendió sobre el niño, poniendo su boca sobre la boca de él, y sus ojos sobre sus ojos, y sus manos sobre las manos suyas; así se tendió sobre él, y el cuerpo del niño entró en calor.
4:35 Volviéndose luego, se paseó por la casa a una y otra parte, y después subió, y se tendió sobre él nuevamente, y el niño estornudó siete veces, y abrió sus ojos.
4:36 Entonces llamó él a Giezi, y le dijo: Llama a esta sunamita. Y él la llamó. Y entrando ella, él le dijo: Toma tu hijo.
4:37 Y así que ella entró, se echó a sus pies, y se inclinó a tierra; y después tomó a su hijo, y salió.
4:38 Eliseo volvió a Gilgal cuando había una grande hambre en la tierra. Y los hijos de los profetas estaban con él, por lo que dijo a su criado: Pon una olla grande, y haz potaje para los hijos de los profetas.
4:39 Y salió uno al campo a recoger hierbas, y halló una como parra montés, y de ella llenó su falda de calabazas silvestres; y volvió, y las cortó en la olla del potaje, pues no sabía lo que era.
4:40 Después sirvió para que comieran los hombres; pero sucedió que comiendo ellos de aquel guisado, gritaron diciendo: ¡Varón de Dios, hay muerte en esa olla! Y no lo pudieron comer.
4:41 El entonces dijo: Traed harina. Y la esparció en la olla, y dijo: Da de comer a la gente. Y no hubo más mal en la olla.
4:42 Vino entonces un hombre de Baal-salisa, el cual trajo al varón de Dios panes de primicias, veinte panes de cebada, y trigo nuevo en su espiga. Y él dijo: Da a la gente para que coma.
4:43 Y respondió su sirviente: ¿Cómo pondré esto delante de cien hombres? Pero él volvió a decir: Da a la gente para que coma, porque así ha dicho Jehová: Comerán, y sobrará.
4:44 Entonces lo puso delante de ellos, y comieron, y les sobró, conforme a la palabra de Jehová.
Amós
Capítulo 09
9:1 Vi al Señor que estaba sobre el altar, y dijo: Derriba el capitel, y estremézcanse las puertas, y hazlos pedazos sobre la cabeza de todos; y al postrero de ellos mataré a espada; no habrá de ellos quien huya, ni quien escape.
9:2 Aunque cavasen hasta el Seol, de allá los tomará mi mano; y aunque subieren hasta el cielo, de allá los haré descender.
9:3 Si se escondieren en la cumbre del Carmelo, allí los buscaré y los tomaré; y aunque se escondieren de delante de mis ojos en lo profundo del mar, allí mandaré a la serpiente y los morderá.
9:4 Y si fueren en cautiverio delante de sus enemigos, allí mandaré la espada, y los matará; y pondré sobre ellos mis ojos para mal, y no para bien.
9:5 El Señor, Jehová de los ejércitos, es el que toca la tierra, y se derretirá, y llorarán todos los que en ella moran; y crecerá toda como un río, y mermará luego como el río de Egipto.
9:6 El edificó en el cielo sus cámaras, y ha establecido su expansión sobre la tierra; él llama las aguas del mar, y sobre la faz de la tierra las derrama; Jehová es su nombre.
9:7 Hijos de Israel, ¿no me sois vosotros como hijos de etíopes, dice Jehová? ¿No hice yo subir a Israel de la tierra de Egipto, y a los filisteos de Caftor, y de Kir a los arameos?
9:8 He aquí los ojos de Jehová el Señor están contra el reino pecador, y yo lo asolaré de la faz de la tierra; mas no destruiré del todo la casa de Jacob, dice Jehová.
9:9 Porque he aquí yo mandaré y haré que la casa de Israel sea zarandeada entre todas las naciones, como se zarandea el grano en una criba, y no cae un granito en la tierra.
9:10 A espada morirán todos los pecadores de mi pueblo, que dicen: No se acercará, ni nos alcanzará el mal.
9:11 En aquel día yo levantaré el tabernáculo caído de David, y cerraré sus portillos y levantaré sus ruinas, y lo edificaré como en el tiempo pasado;
9:12 para que aquellos sobre los cuales es invocado mi nombre posean el resto de Edom, y a todas las naciones, dice Jehová que hace esto.
9:13 He aquí vienen días, dice Jehová, en que el que ara alcanzará al segador, y el pisador de las uvas al que lleve la simiente; y los montes destilarán mosto, y todos los collados se derretirán.
9:14 Y traeré del cautiverio a mi pueblo Israel, y edificarán ellos las ciudades asoladas, y las habitarán; plantarán viñas, y beberán el vino de ellas, y harán huertos, y comerán el fruto de ellos.
9:15 Pues los plantaré sobre su tierra, y nunca más serán arrancados de su tierra que yo les di, ha dicho Jehová Dios tuyo.
domingo, 28 de julio de 2019
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